Los gatos son los reyes de Internet desde hace años. No hay quien los destrone. Pero si hay una gata que sea la estrella indiscutible, esa es la mítica, inconfundible y eternamente cabreada… ¡Grumpy Cat!
Grumpy es la gata más grande de Internet. En sentido figurado, claro, ya que sufre enanismo felino. Es un icono y un fenómeno casi desde el momento en el que nació. En sus casi seis años de vida, ha cosechado reconocimientos tales como ser considerada la gata más influyente del mundo por el canal de noticias MSNBC, en 2012. De hecho, su comunidad de seguidores en Instagram casi alcanza los dos millones y medio de usuarios. También ha ganado el premio al «Meme del año», otorgado por BuzzFeed, empresa de medios de comunicación de Internet centrada en el contenido viral… Su lista de premios y reconocimientos es muy extensa. Tanto que podemos decir que Grumpy ya es un producto en sí mismo, gracias a sus dueños —o por culpa de ellos.
Grumpy tiene su propia tienda, con camisetas, fotos, tazas, fundas para el móvil y más o menos todo aquello que contenga una superficie susceptible de llevar la cara de la gata impresa. Pero, por supuesto, Grumpy también vive de sarao en sarao, haciendo apariciones estelares y codeándose con lo más granado de la sociedad estadounidense. ¡Todo el mundo quiere posar con Grumpy y hacer un buen puchero!
Grumpy también ha hecho sus pinitos en publicidad, lo que no ha hecho más que granjearle más ingresos, así como hacerla más popular. Y bueno, visto lo visto también le ha traído algún que otro disgusto, relacionado con sus derechos de imagen… Aunque seguramente más que ella, quienes se han disgustado son sus dueños, que son quienes han decidido verse las caras en los tribunales con la empresa que se excedió en el uso de los derechos de imagen de Grumpy.
Y han ganado. La justicia estadounidense ha dictaminado, tras dos años de juicio, que la empresa deberá pagar a los dueños de Grumpy la cifra de 560.000 euros. Al parecer, la empresa de café y los dueños de Grumpy llegaron a un acuerdo por el que la imagen de la gata se podía utilizar en la promoción de un nuevo producto: «el Grumpucchino».
Con independencia de que el capuchino te pusiera (o no) de muy mal humor cuando lo tomabas para desayunar, el problema vino cuando la marca decidió ir un poco más allá. Creó una serie de productos licenciados: calendarios, camisetas y cuadernos. En el contrato no figuraba nada de esto, por eso los ARISTOPADRES de Grumpy decidieron emprender acciones legales. Y dos años después han conseguido que la justicia les dé la razón… y lo que eso conlleva: miles y miles de euros.
Ahora cabría preguntarse qué va a pasar con todo ese dinero. ¿Para quién es? ¿A qué se destinará? Lógicamente los dueños de Grumpy serán los encargados de administrarlo, pero ¿deberían poder disponer de él, teniendo en cuenta que todo ese dinero lo ha generado su gata… por ser cómo es? ¿Alguien ha pensado alguna vez qué piensa Grumpy de todo esto? ¿Es beneficioso para ella el estilo de vida que lleva, teniendo en cuenta su enanismo? ¿De verdad la tratan como una ARISTOGATA… o como una máquina de hacer dinero?
Imposible saberlo. Así que solo cabe desear que, en su fuero interno, Grumpy se alegre de esta sentencia favorable, de todo el éxito conseguido, de la vida que otros han decidido que tenga…, aunque no sea capaz de expresarlo y su mueca de cabreo permanente siga siendo la misma que la del primer día en el que sus dueños subieron un vídeo suyo a Internet.