Pensamos que conocemos bien a nuestros ARISTOPERROS pero hay muchas curiosidades sobre ellos que no sabemos. Se han realizado estudios científicos sobre aspectos de sus vidas que nos asombran cada vez más.
Cuando hablamos con nuestro perro, siempre hemos pensando que nos entendía aunque no hablara nuestro lenguaje y estamos en lo correcto, según un estudio de la Universidad British Columbia en Canadá, los perros son capaces de entender unas 160 palabras y en algunos casos, hasta 200. Además pueden comprender también la entonación de la voz del dueño, cuando está enfadado o contento.
Por otro lado, los perros tienen una habilidad que ayuda a personas enfermas o que no han detectado su enfermedad. Por ejemplo en hospitales como Sant Joan De Déu o en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza podemos encontrar caninos por los pasillos que proporcionan diversión y animo a los enfermos. El Hospital La Fe de Valencia tiene unos de los programas más importantes, Can de la Mano, un programa de voluntariado con perros de asistencia dirigido a minimizar el impacto emocional del ingreso en pacientes hospitalizados.
¿Por qué cuando hablamos a nuestro perro siempre ladea la cabeza para los lados? Según un estudio del UBC, el psicólogo americano Stanley Coren, experto en comunicación, descubrió el motivo. Dependiendo de la raza y de si el hocico es más o menos prominente, el perro ladea o no ladea la cabeza cuando le hablamos. De esta manera les permite tener un mejor ángulo de visión de la boca y de las facciones de quien les está hablando.
Otra curiosidad sobre nuestros ARISTOPERROS es que los de mayor tamaño no viven tantos años como los más pequeños. Aunque muchos animales viven más por la alimentación o los cuidados veterinarios, en este caso el tamaño importa. Los perros de raza más grandes envejecen a un paso más acelerado, cada dos kilos de peso, la esperanza de vida disminuye en un mes.
Hay muchas curiosidades que todavía no sabemos los ARISTOPADRES y muchas de ellas aún no se han descubierto. Algunas como en que colores ven, porque aúllan o si sienten los mismos sentimientos que sus dueños cuando están tristes o contentos.