Los seres humanos estamos fuertemente condicionados por el mundo en el que vivimos. La familia, la cultura, el ambiente social, la religión, los intereses ideológicos, religiosos y económicos nos marcan y condicionan desde que nacemos hasta que morimos. La pregunta es: dicho condicionamiento… ¿afecta también a nuestras mascotas?
Es indudable y evidente que en cada país, en cada ciudad y en cada hogar se trata a las mascotas de forma diferente. De hecho, numerosas investigaciones parten de la premisa de que la cultura, el estilo de vida, las condiciones socioeconómicas y, por supuesto, la legislación en materia de derechos de los animales de cada sociedad influyen o pueden llegar a influir en el temperamento y comportamiento de los animales.
Lógicamente, cabe esperar que los perros que viven en países en los que se les respeta, se les considera seres que sienten y piensan y se les da afecto, sean muy distintos a los pobres perros que viven en lugares en los que se vulneran sus derechos e, incluso, se les utiliza como alimento. En el primer caso, los perros se mostrarán afectuosos, despiertos e inteligentes, mientras que en el segundo, los perros tenderán a vivir más asilvestrados y a ser menos dóciles, ya que su supervivencia está en juego.
En 2009 se empezó a trabajar en esa hipótesis y un grupo de científicos realizaron un estudio comparativo con ayuda de ARISTOPADRES que residían en Estados Unidos y ARISTOPADRES que residían en Alemania. Todos ellos compartían su vida con pastores alemanes.
El estudio descubrió que los dueños norteamericanos solían tener durante más tiempo a sus perros en el interior de sus hogares y tendían a entrenarles, ya que los consideraban «mascotas». Mientras que en el grupo alemán, había más cantidad de dueños que consideraban a las mascotas «sus iguales». Por lo que el trato era notablemente distinto.
Claro que cabe la posibilidad de que no existan tales diferencias entre perros y que sean los dueños de los perros, con su propia educación y cultura, los que interpreten los comportamientos y actitudes de forma diferente y actúen, en consecuencia, de diferente manera.
Tiempo después se llevó a cabo otro estudio por parte de un equipo de investigadores que experimentó con una muestras de 90 ARISTOPERROS que procedían de Austria, Italia y Hungría. El experimento analizaba el comportamiento de los perros en compañía de sus dueños en diferentes situaciones. Y posteriormente lo comparaba con la actitud que los perros mostraban ante desconocidos, en esas mismas situaciones. Los parámetros analizados eran el tiempo que pasaban junto a cada uno y la distancia a la que se situaban.
La investigación mostró que, en efecto, había diferencias en el comportamiento de los perros. Los que vivían en Italia y Austria se mostraban más cautos ante los extraños. Mientras que los perros de Hungría tenían mayor predisposición a estar con extraños y no guardaban tanto las distancias.
También está claro que el estilo de vida de cada país y, concretamente, de cada ARISTOPADRE influye decisivamente en los perros. Ya que, por ejemplo, en un país como Estados Unidos en el que el porcentaje de personas con obesidad es altísimo, tiene sentido que la tasa de mascotas obesas también lo sea. Y que, asimismo, su carácter tienda a ser más reposado y su actitud, mucho más sedentaria.
Lo que también está claro es que el rendimiento cognitivo de los perros es prácticamente el mismo. La cultura y el entorno pueden generar particularidades en su comportamiento, sobre las que todavía queda mucho por investigar y extraer un patrón —en caso de que y lo haya. Así que seguiremos informando de los próximos avances.