Nosotros ya lo sabíamos. Y cuando decimos “nosotros” nos referimos a todos los aristopeters, a todas las personas que amamos a las mascotas, convivimos con ellas y aprendemos de ellas cada día. Pero a veces parece que la sociedad necesita “la confirmación por parte de la comunidad científica” para dar por válidas ciertos hechos constatados por la gente de “a pie”.
Hace unas semanas, los telediarios y las portadas de los periódicos de todo el mundo se hacían eco del estudio publicado por la revista Science, en el que se demostraba que los perros tienen la capacidad de distinguir las palabras que empleamos cuando nos dirigimos a ellos y la entonación que usamos. El estudio también desvelaba que los perros utilizan regiones del cerebro similares a los que usamos los humanos, por lo que los investigadores concluían que la capacidad de aprendizaje del vocabulario no es exclusivamente humana. (Algo que, sin dudas, debió de dejar mosca a todos los antroponcentristas redomados, ¿verdad? Ya era hora de que alguien les recordara que no somos el ombligo del mundo…)
Para realizar el estudio, los científicos introdujeron a trece perros de diferentes razas en una máquina de resonancia magnética funcional, con el objetivo de estudiar sus reacciones al lenguaje. Los resultados revelaron que los perros reconocieron cada palabra como algo distinto, independientemente de la entonación. Además, lo hicieron utilizando el hemisferio izquierdo del cerebro, tal y como lo hacemos nosotros.
Este estudio es el primer paso para comprender cómo interpretan los perros el habla humana y puede ayudar a entender la comunicación entre los perros y nosotros y hacerla más eficiente. Las palabras son el elemento principal del lenguaje y de la comunicación. La entonación es otra forma con la que se transmite información. Las personas entendemos el habla a través del vocabulario y la entonación. Y el objetivo de los investigadores era comprobar si en los perros también funcionan estos dos mecanismos por separado y cómo lo hacen. Para ello, los perros escucharon unas grabaciones con las voces de sus instructores que combinaban distintas palabras de elogio y neutras con varios tipos de entonación.
Los perros distinguieron tanto el significado de las palabras como la entonación con que se expresaban. Y procesaron la entonación por separado del vocabulario, al igual que lo hacemos nosotros. La conclusión extraída de todo esto es que los perros no solo diferencian lo que decimos y cómo lo decimos, sino que pueden combinar ambos elementos para interpretar correctamente lo que esas palabras significan.
Para explicar la comprensión del habla por parte de los perros, los autores señalan que la domesticación canina ha podido influir en la aparición de una estructura cerebral que les permite esta capacidad. Sin embargo, añaden que es muy poco probable que desarrollen las capacidades necesarias relacionadas con el habla (aunque muchos de nosotros sabemos que una de sus miradas vale más que mil palabras…)
Nos alegra enormemente que la ciencia poco a poco vaya dándonos la razón a todos los aristopeters. Porque aunque no nos dedicamos a la investigación, tenemos algo que no todo el mundo tiene: el día a día con nuestras mascotas. Y nuestro corazón no miente. Esa experiencia es la que nos permite validar antes que nadie cómo son nuestros perros, qué piensan y qué sienten.