Antonio Gala es uno de los escritores vivos más importantes de este país. También es uno de los más exitosos. Novelista, dramaturgo, poeta, columnista… No hay género que se le resista a Gala. Y eso ha hecho que, inevitablemente, que su figura trascienda a la del escritor y se convierta en un personaje conocido por todos.
Hoy nos interesamos por él, no en el plano literario, sino en una de sus facetas más humanas y admirables: la de aristopeter. Porque Gala es un amante incondicional de los animales. Tanto es así que es miembro de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de Andalucía Oriental.
A lo largo de sus 85 años, Gala ha tenido unos diecisiete tesoros: “sus perrillos”, como a él le gusta llamarlos. Gala ha sido padre de una familia numerosa de perros y afirma que “los perros han sido mis verdaderos hijos y han tenido la paciencia de vivir conmigo”.
Gala nunca ha dejado de expresar públicamente su amor a los animales y asegura que los perros le han dado muchas alegrías, pero también muchos pesares. Porque todos se han muerto antes que él y eso es, según sus propias palabras, “terrible”. Aunque pese al sufrimiento que entraña la pérdida de un perro, Gala afirma: “no concibe mi vida mayor pena que la de no tener perrillo”. Y sus palabras, sin duda, son especialmente valiosas, siendo él un personaje tan respetado y querido en España.
Troylo fue el compañero por excelencia de Gala, su perro más querido. El teckel dio título al célebre Charlas con Troylo, una obra que surge de la gran amistad entre ambos y de la necesidad del autor por expresar la honda preocupación que siente por el pueblo español, por los problemas de nuestro país y de toda la humanidad. Tras su muerte, Gala se refirió a Troylo como “compañero”, “secretario” y “llavero de mis últimas caricias”, y recibió la apabullante cifra de 27.000 cartas de pésame. Consiguió, de alguna forma, que su perro fuera el perro de todos. E inició una corriente de amor animal que, hoy en día, ya es imparable.
Además de con Troylo, Gala ha compartido su vida con Mambrú, Rampín, Ariel o Zaíra. Y aunque algunos ya no están vivos, todos siguen cerca de él, en el cementerio para sus perros que construyó en el jardín de su finca “La Baltasara”.
Uno de los textos más emocionantes que Gala ha dedicado a los animales es el de Una historia común, un monólogo interior en el que se plasma con una sensibilidad admirable y como en ningún otro texto, el sentir de un perro por sus amigos humanos: ese amor fiel, generoso; así como el desamparo más absoluto cuando el perro no recibe todo lo que se merece. Os animamos a que lo escuchéis:
Por esto esto, la figura de Antonio Gala, su amor incondicional y su valentía para expresar este amor cuando aún nadie se atrevía marcan un antes y un después en la sociedad española. Gala es clave e inspirador. Avanzamos en la concienciación, el respeto y la protección animal con personas como él. Así que desde ARISTOPET queremos darle, sincera y profundamente, las gracias.