El abandono animal es una de las lacras de la sociedad contemporánea española. De hecho, en 2016 se abandonaron 104.447 perros, según el informe anual elaborado por la Fundación Affinity. Una cifra terrorífica, como no nos cansamos de repetir.
Aunque todos los perros sufren por igual cuando son abandonados, hay algunos que tienen, desgraciadamente, menos esperanza que otros, ya que presentan menos posibilidades de ser adoptados.
Entre los perros con menos posibilidades se encuentran los perros negros. Por superstición y porque en el imaginario colectivo los perros negros son más violentos o agresivos que los de pelo claro. Es lo que se conoce como «síndrome del perro negro» , del que os hablamos hace poco, así como de una iniciativa reciente para combatirlo, ideada por un fotógrafo.
Pero no son los únicos. Los perros senior también lo tienen muy difícil, si bien adoptar a un perro anciano tiene más ventajas que inconvenientes. Y si no… que se lo pregunten a la actriz Sara Rivero, que nos contó su historia de amor con Peter, su perrillo anciano rescatado. Pero a veces, incluso cuando se trata de adoptar, las personas se fijan más en el exterior del perro que en su interior. Y se toman decisiones poco reflexionadas y más bien tirando a egoístas («cuanto más joven sea el perro, más años tendremos por delante»). En cierto modo, el razonamiento es muy similar al que se aplica en las adopciones de niños: cuanto más pequeñito sea, más posibilidades tengo de ayudarle a empezar de cero, a olvidar las cosas malas de su pasado… y supuestamente será más fácil el periodo de adaptación. Pero no siempre es cierto.
Y, por último, no podemos olvidarnos de todos esos perros abandonados que son poco atractivos. Esos sí que lo tienen muy pero que muy difícil. Hasta el punto de que 3 de cada 10 mueren en los refugios, según datos recogidos por la Lliga Protectora d’Animals i Plantes de Barcelona.
¿Y qué es un perro poco atractivo? Lógicamente la belleza depende de los ojos que miran. Un perro poco atractivo es aquel que lo ha pasado mal y que ha sufrido mental y físicamente. Es un perro imperfecto. Con taras propias de la edad o de la vida. Es un perro con «algún defecto». Perros de los que no se encuentran en las tiendas de cachorros. Perros sin pedigrí, ni raza definida. Si a estos perros «poco agraciados» (a los ojos humanos) se les suma el factor edad… nos hallamos ante una misión imposible. Probablemente su vida acabe en el refugio. Con nuestra indiferencia contribuimos a convertirlos en parias.
Esto sucede, como sabemos, porque en muchos casos los perros se cosifican. Y se convierten en regalos. «¡¿Y cómo vas a regalar un perro viejo, feo o enfermo a alguien?!», podría pensar alguien. Su lógica les dicta que, del mismo modo que no regalarían un bolso estropeado, no pueden regalar un perro que no sea perfecto, adorable y digno de un spot publicitario. Pero como no nos cansamos de repetir los perros no son cosas.
Y eso lo sabemos nosotros y todos aquellos ARISTOPADRES y amantes de las mascotas. Quien ama a los perros sabe que un perro no se elige, te elige. Basta una mirada o una expresión para que surja la magia. Quien ama de verdad a los perros no piensa necesariamente en razas, no divide a las mascotas entre las que «están en buen estado y las que no». A ojo de un verdadero amante de los perros, todos son iguales y todos merecen las mismas oportunidades y el mismo trato responsable.