Hasta que no tienes un ARISTOGATO no sabes qué es lo que deparará su llegada. Básicamente porque cada ARISTOGATO es un mundo. Se suelen cometer muchos errores al intentar «aplicar sí o sí» conejos que has leído o que alguien te ha recomendado. Por eso hoy compartimos con vosotros unas pautas básicas para que el recibimiento vaya bien. Con el objetivo de ayudarte a combatir la impaciencia, para equilibrar las expectativas y rebajar la exigencia de conexión inmediata entre nuestro gato y nosotros.
Déjale «su espacio»
Cuando el gato llega a casa está desorientado, nervioso y asustado. No conoce el sitio, no te conoce… Si es un cachorro hay que sumarle, además, el síndrome de separación por alejarse de su madre y hermanos… Puede que haya hecho un largo viaje y esté cansado. No es momento de sobrecargarlo con mimos, sino de dejarlo en paz.
Lo mejor es dejarle tranquilo con todo lo necesario: cuencos, arenero, rascador, juguetes, una camita… (recuerda que todo lo que necesites lo encuentras en ARISTOSHOP). Durante los primeros días será el rincón o habitación del gato. Idealmente hay evitar que haya mucho ruido (del exterior o de electrodomésticos), si bien conviene que le llegue tu voz e incluso un rumor de música para gatos, así como los aromas de la casa…
En caso de que no tengas una habitación o rincón disponible, déjale el transportín abierto en un lugar alto (sofá, cama, mesa) y que salga cuando quiera.
Dale tiempo
Algunos gatos tardan horas en salir. Otros salen de inmediato. Lo más habitual es que exploren un poco y en cuanto encuentran un escondite se queden allí. En el otro extremo hay gatos que empiezan a explorar abiertamente, se te acercan, y no sienten miedo ni desconcierto. Aunque eso es menos habitual. Que vaya a su ritmo.
No le intimides
Un gato que quiera mostrar su buena voluntad, se tumbará y mirará hacia otro lado. O parpadeará. Pero uno que se sienta agresivo mirará fijamente. Así que evita hacerlo tú, porque le resulta amenazador.
Haz tu vida y deja que él haga la suya. Deja que él coja las riendas de la relación, como suele decirse. Cuando menos te lo esperes se acercará a olerte. Y en función de eso, irás viendo cuánto puedes avanzar: tratar de acariciarle, jugar con él (idealmente con una caña, para mantener las distancias. Poco a poco ya podrás introducir otros juegos para mejorar su salud física y mental).
Actúa con normalidad
Entra en la habitación varias veces al día. Repón la comida (puede que al principio coma poco. Vigílalo. Si pasan tres días sin que pruebe bocado, llévalo sin falta a revisión), cambia el agua, limpia el arenero y quédate un rato por ahí, idealmente sentado o tumbado. Ve a tu rollo.
Cuando el gato deje de asustarse cuando entres (aunque puede que siga escondiéndose), puedes pensar en abrir la puerta. Y ver qué pasa.
Déjale explorar
Cuando se anime a moverse por la casa, déjale a su aire. Que explore. La mayoría de gatos recorren una parte de la casa, vuelven a su cuarto, y al cabo de un rato dan otra vuelta… Dependiendo del carácter del gato, elegirá su nuevo sitio favorito rápidamente o se tomará unos días. En todo caso, aprovecha ese nuevo estado de ánimo para ir trasladando sus cosas a «su rincón» definitivo. Cuando ya lo tengas, podrás ir pensando en enriquecer su ambiente.
Lo normal es que en un par de días tu ARISTOGATO esté adaptado, pero puede tardar hasta un mes. Así que ten paciencia, no te agobies, no lo agobies y todo irá bien.