Hay historias que nos tocan el corazón. Y la que vamos a contarte hoy es una de ellas. Ya que se trata de una historia de amistad enternecedora, entre un niño de siete años y su rescatado.
Madden Humphreys, que es como se llama el niño, es un pequeño como otro cualquiera, pero con dos singularidades: posee un labio leporino y sus ojos son de diferentes colores. Uno color zafiro y el otro dorado oscuro. Esas singularidades han sido durante años el blanco de las burlas, los insultos y las amenazas de los típicos «matones» y «malotes» del colegio. «Feo» era lo más suave que le decía a Madden. De ahí, en adelante. Hasta acusarle de que «se parecía al diablo».
Como es de imaginar, el pobre Madden llegaba llorando a casa día sí y día también. Su madre, Christina, lo pasaba fatal. Y no sabía qué hacer para acabar con el sufrimiento de su hijo. Un tema al que muchos padres se enfrentan hoy en día y que, como todos sabemos, no es tan fácil de resolver.
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Madden llegó a escribir un cuento para desahogarse. Un cuento protagonizad por un niño que no tenía amigos y que tenía que jugar consigo mismo para intentar divertirse. Podría decirse que esa fue la gota que colmó el vaso. La madre de Madden decidió que había que hacer algo. Y entonces pensó que si el mejor amigo de su hijo no estaba entre los niños de su edad, podía estarlo perfectamente en el mundo animal.
La madre empezó a indagar en redes sociales y llegó hasta un grupo privado de padres de niños con aspectos especiales. Una cosa la llevó a otra (como ocurre muchas veces cuando se navega por internet)… hasta que dio con una foto de un gato llamado Moon, que buscaba una familia. Este gato estaba en el Mending Spirits Animal Rescue de Makoto (Minnesota). Christina pensó que ese compañero era exactamente lo que necesitaba su hijo. Ya que Moon, el gato, también tenía un ojo de cada color (fenómeno que se conoce como heterocromía).
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Así, Christina, su marido Brad y sus tres hijos (Madden, Mylor y Mayson) emprendieron un road trip hasta Minnesota, cofinanciado por amigos y familiares que quisieron aportar su granito de arena para que la familia pudiera llevar a cabo con éxito el viaje.
En cuanto se vieron, la química entre el niño y el gato fue inmediata. Se entendieron, se reconocieron el uno al otro y se dieron cuenta de que tenían mucho en común, más allá de los mismos ojos de diferente color. Desde entonces, la vida de los dos ha cambiado.
La autoestima de Madden ha mejorado notablemente. También su estado anímico. Ha encontrado un mejor amigo que siempre está disponible para él. Se siente querido y comprendido. Y ha entendido que nacer con alguna característica única no es un lastre, sino algo increíble que lo hace especial. Ya hemos comentado en alguna ocasión que hay estudios que demuestran que los niños prefieren a los ARISTOPET antes que a sus hermanos. En el caso de Madden, esta afirmación va mucho más allá, puesto que su ARISTOGATO se ha convertido, probablemente, en el ser que mejor le entiende sobre la faz de la tierra.
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Por su parte, es indudable que a Moon también le ha cambiado la vida al pasar a formar parte de una familia en la que es querido, respetado y cuidado. Su destino estaba ligado al de un niño muy especial. Y se ha cumplido.
Ojalá esta historia sirva para concienciar sobre la importancia de crear una sociedad inclusiva, tolerante, abierta y amiga, donde todos los seres humanos y todos los animales encuentren su lugar, sean como sean, vengan de donde vengan.