La tecnología avanza a una velocidad imparable. Y, en ocasiones, incluso de manera incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales.
Sobre todo cuando lo hace en relación al mundo financiero. Mientras algunos consideremos todo un hito personal haber empezado a pagar con el móvil… hay quien se dedica a hacer transacciones con «crioptomonedas»… y lo que es más: criando «criptogatos».
Puede que te estés preguntando: «¿Y qué tiene que ver esto con el mundo de las mascotas?». Pues bien, la relación es más bien indirecta. Porque lo que ocurre es que la pasión por los gatos también ha llegado al mundo del Internet of Value, también conocido por las siglas IoV. Sigue leyendo y entenderás por qué.
Las criptomonedas hacen posible el llamado Internet del valor o Internet del dinero. En realidad se trata de aplicaciones que facilitan el intercambio de valor (contratos, propiedad intelectual, acciones o cualquier propiedad de algo que tenga valor) y que adquieren la forma de criptomonedas. La diferencia con respecto a otros sistemas de pago (como puede ser Paypal) es que el pago con criptomonedas no requiere intermediarios. Se produce directamente entre el comprador y el vendedor. En ese sentido, es un sistema de transferencia universal de valor, libre de intermediarios o redes privadas como las de los bancos o las tarjetas de crédito. Y por eso es tan revolucionario.
Aquí es donde entra en juego el videojuego «CriptoKitties», que ha generado una gran comunidad que se especula con el valor de gatitos virtuales muy graciosos, con la reinversión de un tipo de criptomoneda. El furor es tal que se han llegado a pagar alrededor de 118.000 por un criptogatito llamado Génesis. Aunque, de media, el precio de los criptogatos oscila entre los 110 y los 30 dólares, cantidades más asequibles.
Este videojuego ha sido desarrollado por el estudio AxiomZem. ¿El objetivo? Criar, comprar y vender gatitos virtuales. Su valor depende del grado de especulación de la comunidad con cada uno de ellos. Y también de la generación a la que pertenecen.
Se dice que el éxito del juego se debe a que es una combinación muy sui generis. Por un lado tiene una similitud más que obvia con el mítico Tamagotchi (la primera mascota virtual, creada en 1996 por Aki Maita). Tiene un grado de coleccionismo (no hay ningún criptogato igual), algo que suele interesar a la gente que posee mucho dinero. Y por último (y esta es la funcionalidad real) permite realizar transacciones seguras.
Como decíamos, se trata de un negocio complejo del que se están beneficiando algunos especialistas que almacenan su riqueza de forma virtual… y que no tienen tampoco reparos en gastarla de gastarla de formas que se escapan del entendimiento de la mayoría. Si bien, puestos a gastárselo virtualmente, podemos entender que decidan hacerlo en unos adorables gatitos virtuales con personalidad, únicos… y con una historia propia.
Está visto que el furor por los gatos no tiene fronteras ni en la vida real ni en la vida virtual. E indudablemente, como todos sabemos, los gatos son los reyes de Internet… y parece que lo seguirán siendo.
Si quieres saber más sobre este sorprendente mundo, te invitamos a que veas in situ cómo funciona el videojuego:
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