Dentro de muy poco podremos brindar de una vez por todas por el fin de una era: la del uso de collares de pinchos, ahorque y eléctricos en la Comunidad de Madrid. Ya era hora de que tomáramos ejemplo de países como Austria o Suiza, donde su uso está vetado desde hace años, o de Alemania, donde la ley prohíbe explícitamente los collares de descargas eléctricas, también llamados hoy en día de impulsos o ultrasónicos.
La medida se pondrá en marcha a partir de febrero y se prevé castigar con multas de hasta 9.000 euros a todos aquellos que los utilicen con sus ARISTOPERROS. La medida, aplaudida por amantes de las mascotas, veterinarios, adiestradores, etólogos…, se recoge concretamente, en el apartado V (uve) del artículo 7, relativo a prohibiciones, de la LEY 4/2016 DE PROTECCIÓN DE LOS ANIMALES DE COMPAÑÍA DE LA COMUNIDAD DE MADRID, cuya última actualización corresponde al 10 de agosto de 2016.
Según esta, a partir de febrero, la utilización de collares de ahorque, pinchos o eléctricos que resulten dañinos para el animal se considerará una infracción grave. En este caso, la sanción oscila entre 3.001 euros a 9.000 euros, según se recoge en el artículo 30 del capítulo 2 de esa misma ley.
La graduación de las sanciones previstas por la Ley se hará conforme a la trascendencia social o sanitaria y el perjuicio causado por la infracción; el ánimo de lucro y la cuantía del beneficio económico obtenido en la comisión de la infracción; la importancia del daño causado al animal, o la reiteración en la comisión de infracciones. Podéis leerla al completo, aquí.
Por si cabe alguna duda, la razón por la que se se prohíben estos terribles «accesorios» radica en los daños que provocan, tanto en el plano físico como en el psicológico, a los ARISTOPERROS. Aunque, vaya por delante, que la mayoría de gente los usa por moda (parece increíble, con lo feos que son. Y más cuando los comparas con los collares, los arneses y las correas que tenemos en ARISTOSHOP), no porque quieran hacer daño a sus perros. Lo que sucede es que, a causa de la desinformación, les hacen daño sin saberlo.
¿Y por qué son nocivos? Básicamente porque todos los métodos de obediencia basados en el castigo lo son. Y todos pueden desembocar en serios problemas de agresividad. Porque los perros sometidos a esto sufren un estado emocional negativo, de ansiedad reiterado. Día tras día. Hasta que ese estado emocional se convierte en algo crónico que provoca agresividad, despierta miedos, fobias… y rechazo.
Por no hablar de los problemas físicos que puede ocasionarle. El cuello es una parte sensible en cualquier ser vivo, y desde luego en el perro. Incluso los collares más inofensivos pueden llegar a causar lesiones en la zona cervical, en la espalda o en la tráquea.
Para ellos, es muy doloroso.
Los estímulos negativos son de la vieja escuela. Sembrar el terror para educar solo puede ser contraproducente. Antiguamente que los profesores «pegaran» a los alumnos no estaba mal visto. De hecho, una de las respuestas más frecuentes por parte de los padres era «algo habrás hecho». Hoy, por suerte, las formas han cambiado. Avanzamos, crecemos y evolucionamos como personas y como sociedad. Y la educación no es eso. La educación pasa por hacerse preguntas, por anticiparse, motivar, intentar entender las causas.
Lo mismo con los perros. ¿Tu perro se porta mal? ¿Se vuelve loco cuando sale a la calle? ¿Te tira al suelo? ¿O simplemente es indomable? Pregúntate por qué. Mira hacia dentro. Estimúlalo positivamente. Haz un esfuerzo por ponerte en sus patas en los diferentes momentos. Seguramente así entiendas que para que te haga caso cuando salís a pasear no necesitas asfixiarlo con un collar infame, demostrarle quién es el que manda. Quiérelo y trátalo bien. Verás que todo es mucho más fácil.