A lo largo de la historia, los gatos han jugado un papel fundamental en los hogares y las culturas. Tanto que eran enaltecidos y honrados por sus ARISTOPADRES. Hoy nos proponemos hacer un breve viaje al pasado para reivindicar la figura de los mininos en las principales culturas milenarias del mundo.
Egipto
3000 años antes del nacimiento de Cristo, los gatos ya habían sido domesticados en el Antiguo Egipto. Eran animales idolatrados por la corte y por la sociedad en general. Inicialmente su figura estuvo ligada a la protección de los silos y del trigo que contenían (recurso vital para este pueblo), pero además mantenían al margen a las ratas y a las víboras; lo que hacía que los egipcios pensaran que eran una representación terrenal de la diosa Bastet.
Bastet era la diosa protectora del hogar, pero también se asociaba a la noche, la luna y sus misterios. Velaba por el alma de los muertos y hacía que hombres y animales fueran muy fértiles. De ahí que se la representara mediante una cabeza de gato. Y, lo más importante, de ahí que se defendiera a capa y espada a los gatos. Cualquier atentado contra un ARISTOGATO se penaba con la muerte. Y hablando de morir, cuando los gatos pasaban a mejor vida, eran momificados y sus dueños se rasuraban las cejas en señal de duelo. Aunque de esto ya os hablamos con más detalle en este artículo.
Japón
Hace más de 1000 años que los gatos están presentes en los hogares japoneses. Tanto como compañeros de vida, como en representaciones cargadas de simbolismo, como son los maneki-neko (a los que dedicamos un post que puedes leer aquí), o como seres merecedores de ofrendas (en la isla de Tashirojima, existe un altar dedicado a estos felinos, construido para celebrar el hecho de que allí los gatos cazan a las ratas, quienes a su vez se alimentan del principal producto comercial de la zona, los gusanos de seda).
También los ARISTOGATOS están muy presentes en la literatura nipona. Buen ejemplo de ello son dos grandes novelas: Soy un gato, de Natsume Sōseki, o El gato que venía del cielo, de Takashi Hiraide.
Tradición islámica
El amor y el respeto hacia los gatos se encuentra en los fundamentos del Islam. De hecho, se dice que Mahoma le tenía mucho cariño a los gatos. Su gato favorito se llamaba Muezza. Cuenta la leyenda que un día iba a salir a rezar y su animal se había dormido sobre su túnica. Para no despertarlo, el profeta cortó la tela de la prenda que ocupaba su felino… y dejó que siguiera durmiendo.
Además, se considera que son animales inherentemente limpios bajo las leyes religiosas de higiene. Por eso pueden entrar en los hogares y hasta en las mezquitas. En este documental puede apreciarse cómo los gatos forman parte de la vida de una de las grandes capitales islámicas: Estambul.
China
En China la diosa Li Shou se encargaba de la fertilidad y de la exterminación de plagas. La representaban en forma de gato y era muy popular. En parte, a causa de otro mito registrado en la época de Confucio (551 a.C.- 479 a. C.), que explicaba que cuando el mundo era nuevo, los dioses escogieron a los gatos como supervisores de su creación. Por esto les dieron la habilidad de hablar para facilitar la comunicación entre ellos. Pese a su popularidad a lo largo de los siglos, los gatos fueron especialmente queridos, admirados y respetados durante la dinastía Song (960–1279).
Esperamos que este recorrido histórico y cultural por la vida de los gatos y su presencia en nuestras sociedades os haya gustado.