Las mascotas del último Zar de Rusia
Nicolás II, último Zar de Rusia, además de una amplia familia, tuvo muchas mascotas en su corte. De hecho, tres de sus cinco hijos compartían los largos días en el palacio con un animal. La princesa Tatiana tenía un bulldog francés, llamado Ortipo. La princesa Anastasia compartía su tiempo con Jimmy. Y el único varón de la familia, Alexéi, tuvo dos inseparables mascotas. Un cocker spaniel, Joy y un pequeño felino, Kotka, un regalo que el comandante de palacio hizo a su heredero.
La historia de la familia real del último Zar de Rusia
Tras ser destronados, la familia real se exilió, pero no fue suficiente para la creciente ola revolucionaria. El gobierno provisional decidió, por su seguridad, cambiar de residencia a la familia real. Trasladó a Nicolás, a su mujer Alejandra y su hija María a Ekaterimburgo. Mientras que el pequeño Alexéi, que estaba muy enfermo y no podía arriesgarse a viajar, permaneció con sus dos hermanas en Tobolsk.
La situación no mejoró y la insistente amenaza de muerte sobre la familia real crecía. Cosa que les obligó a tomar decisiones. Todos ellos se trasladarían a la casa de un comerciante en los montes Urales. Así pues, la familia al completo se reunió en la Casa Ipátiev, con sus ARISTOPETS incluidos. La vida de la familia cada vez corría más peligro.
La situación era inestable y los bolcheviques no mostraban signos de compasión. Era cuestión de tiempo que los encontraran. El 17 de julio de 1918 un grupo de bolcheviques irrumpió en su domicilio y fusiló a todos y cada uno de los siete miembros de la familia Romanov. El destino no fue compasivo con la dinastía de los zares. Y aunque existen leyendas que aseguran que tanto Anastasia como Alejandra consiguieron huir. Simon Sebag Montefiore, autor de la biografía Los Romanov, las desmintió. Las terribles guerras de la primera década del siglo XX terminaron con muchas vidas, y ellos no tuvieron un final distinto.
¿Qué pasó con los ARISTOPETS?
Se sabe que cuando la familia se exilió en los Urales, tres de sus fieles mascotas tuvieron la oportunidad de acompañarlos. Fueron los canes: Ortipo, Jimmy y Joy. Del felino Kotka no se supo nada.
Durante su estancia en la Casa Ipátiev, los ARISTOPERROS gozaban de libertad y relativa autonomía. Por esta razón, Joy se salvó cuando los bolcheviques entraron en la casa. Al parecer, estaba fuera en la calle y no se encontraba dentro de la residencia. Tras el brutal acontecimiento, uno de los verdugos de la familia real se encontró a Joy y decidió llevárselo consigo a Ekaterimburgo.
Poco después, la ciudad fue tomada por “los blancos”. Entre todo el caos, el coronel Pável Rodzianko, buen amigo de la familia real, se encontró al pequeño Joy en la calle. Reconoció al ARISTOPERRO del príncipe Alexéi y decidió adoptarlo, un gesto de cariño.
De Ortipo y Jimmy no se ha sabido nada. Al parecer Jimmy se encontraba junto a la familia real en el momento de su ejecución y compartió destino con todos ellos. Cuenta la leyenda, que Ortipo consiguió salvar su vida. Pero al quedarse solo en el palacio, el pequeño ARISTOPPERO no paraba de llorar. Pudo ser ese llanto el que alertó a los bolcheviques de que aún quedaba vida en ese lugar… y volvieron a por él. Pero no todos los destinos fueron igual de trágicos, afortunadamente.
Las tropas blancas se retiraron y el coronel Rodzianko emigró a Reino Unido, donde fue bien recibido en la corte del rey Jorge V. Joy y él ya se habían hecho buenos amigos y viajaron juntos hasta Inglaterra. Joy vivió el resto de sus días en palacio, y tras su fallecimiento por muerte natural, fue enterrado en el cementerio para perros reales del castillo de Windsor.
Si te ha resultado interesante y quieres descubrir más sobre la dinastía de los zares de Rusia, te dejamos como sugerencia este documental.