Hoy, en nuestra sección dedicada a las mascotas en el arte, queremos hacer una mención especial a Giuseppe Castiglione, misionero jesuita y pintor italiano, creador de la impresionante serie «Ten Fine Hounds». Una serie que nos encanta, que puede verse en su mayoría en el Museo Nacional del Palacio en Taiwán, y que nos recuerda el papel que los ARISTOPERROS tienen en nuestras vidas desde hace siglos.
Para quienes no lo conozcan, Giuseppe Castiglione nació en Milán en 1688. Aprendió a pintar siendo muy joven, en el renombrado estudio Botteghe degli Stampatori, influido por Andrea Pozzo, un conocido muralista jesuita.
A los 19 años, Castiglione ingresó en la orden y ocho años después se embarcó en un velero que lo llevaría de Italia a China, en un viaje que le cambió la vida.
Llegó a Beijing en 1715, en un momento de máxima influencia jesuita, en el que los miembros de la orden estaban entre los consejeros más valiosos y de confianza del emperador chino. Ocupaban puestos de prestigio en el gobierno imperial y trabajaban como mecánicos, músicos, pintores, fabricantes de instrumentos…
Con la ascensión del emperador Yongzheng en 1723, a Castiglione le sonrió la fortuna. Pues recibió su primer encargo imperial: una obra que más tarde se titularía «Cien Caballos». Una obra a la que dedicó cinco años y que le valió el honor de ser nombrado pintor principal de la corte del emperador.
Castiglione se sumergió de lleno en la cultura china. Adoptó el nombre de Lang Shi’ning y adaptó su estilo de pintura europea a temas chinos. De hecho, creó un nuevo enfoque híbrido que combinaba el realismo occidental con las convenciones tradicionales de composición china.
Por todo eso Castiglione era tenido en alta estima. Y se le permitía pintar de naturaleza animal que mostraban sus habilidades artísticas en todo su esplendor. Entonces, en 1747, llegó el gran encargo. El emperador le encargó que «retratara» a 10 perros «nobles», es decir, de raza y pertenecientes a familias de la realeza. Cada uno de estos retratos lleva una inscripción en chino, manchú y mongol con el nombre del perro y el nombre de su dueño, a modo de homenaje. La serie, titulada «Ten Fine Hounds», es una de las mejores protagonizadas por perros que se han pintado en toda la historia del arte.
La elección de estos diez perros está relacionada con su importancia cultural como perros de caza. Ya que en el período Han (206 aC a 220 dC), un inspector supervisaba la crianza y entrenamiento de perros de caza para la corte. Y dicha pasión llegaba tan lejos que las baldosas de la tumba Han están adornadas con imágenes de perros grandes y con collar, con el cuerpo ligeramente agachado, el cuello extendido y una pata anterior doblada hacia abajo, pero levantada varios centímetros sobre tierra. Así como con pekineses, los compañeros fieles de la familia real china durante siglos.
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