Hay quien cree que para tener un ARISTOPET basta con quererlo tener. Sin embargo, los verdaderos ARISTOPADRES sabemos que compartir nuestra vida con una mascota es más que alimentarla debidamente, llevarla al veterinario y satisfacer sus necesidades primarias… Nuestro estilo de vida, nuestras decisiones, nuestro estado anímico… Hay un sinfín de aspectos que influyen no solo en nuestra relación con ellos, sino también en su propio bienestar. Un ARISTOPET nos lo da todo desinteresadamente… por eso nosotros tenemos que exigirnos para darles siempre lo mejor.
Lo que ocurre es que esto no siempre se produce. Y las consecuencias no se hacen esperar. Según Asistencia Para Animales Domésticos (ASPAD), una red nacional de centros especializados para dar asistencia integral a las mascotas, en el año que acabamos de dejar atrás se ha triplicado la demanda de terapias psicológicas para canes y felinos. Un aumento muy severo que hace que inevitablemente nos hagamos algunas preguntas…
¿Qué está pasando?
En palabras de Soledad Soler, una de las veterinarias de esta red, los problemas de conducta son cada vez más habituales en los ARISTOPETS. Sobre todo en aquellos que viven en zonas urbanas. De hecho, el 10% de las consultas que recibe tienen que ver con comportamientos inadecuados o inesperados y con cómo solucionarlos.
¿Por qué está pasando esto?
En primer lugar, el 90% de los problemas psicológicos en ARISTOPERROS tienen relación directa con la socialización mientras eran cachorros. En segundo lugar, también influye de forma decisiva el periodo de impronta, ya que por desgracia en muchos casos muchos cachorros son separados de sus madres antes de los dos meses (que es el periodo mínimo recomendado). Algo que, según las últimas investigaciones, también explica el mal genio de los ARISTOGATOS, como te explicamos aquí hace unos días.
Por lo que parece necesario trabajar para mejorar ambos puntos, ya que está claro que lo que viven durante sus primeros meses de vida tienen unas consecuencias decisivas en la formación de su personalidad y en la creación de posibles traumas o trastornos.
En tercer lugar, otra de las causas claras tiene que ver con la ansiedad por separación. En ese sentido no cabe duda de que nuestras jornadas laborales maratonianas no facilitan la relación entre nosotros y nuestros perros (de ahí que la necesidad de terapia sea mayor en las mascotas de ciudad). Y es que la falta de tiempo de calidad compartido tiene consecuencias graves en la actitud de nuestros ARISTOPETS.
En el caso de los perros puede suponer que destrocen cosas mientras no estamos en casa, que muerdan, orinen cuando nos ven entrar en casa, o que hagan amago de «montar», a personas u objetos. Situaciones incómodas y desagradables para todos.
Por lo que respecta a los gatos, los trastornos se suelen producir por cambios en su hogar o entorno. Las mudanzas; las llegadas de otros ARISTOPETS a casa… o de nuevos miembros humanos a la familia; los cambios en sus objetos, la exposición al exterior… Todo eso les estresa y hace que tengan conductas imprevisibles.
¿Quién puede ayudarnos?
Los etólogos felinos y caninos son los especialistas más adecuados para tratar cualquier problema de conducta o actitud por parte de nuestras mascotas. La etología es una ciencia que estudia el comportamiento humano y animal con una larga tradición (pese a que en nuestro país no esté muy asentada). De hecho, fue fundada por Konrad Lorenz y por Nikolaas Tinbergen, ganadores del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1973, y de quienes ya te hemos hablado en varias ocasiones.
¿Cuándo hay que llevar a terapia a una mascota?
Cada una es un mundo, por supuesto. Pero hay algunos síntomas, así como ciertas evidencias de que nuestro gato o nuestro perro necesita ayuda. Cuando observamos cambios de carácter, no necesariamente de mala conducta o agresividad, sino también de decaimiento (lo que puede dar pistas de una posible depresión), pérdida de apetito… Y, por supuesto, cualquier comportamiento anómalo que observemos en ellos.
La ayuda a tiempo de un profesional puede cambiarlo todo… a mejor. Así que si has observado algo raro en tu mascota, no pierdas ni un minuto más. Y si crees que todo está bien, ¡no bajes la guardia! Esfuérzate por mejorar. Tu mascota te lo agradecerá siempre.